DÍA DE LA EDUCACIÓN PARVULARIA

Es justicia, reconocer y reiterar los atributos que esta profesión presenta día a día y que se ve reflejado en las caras de las niñas y los niños, quienes juegan y comparten con sus amigos en la etapa más trascendental e importante de sus vidas.

Hace algunos días, me puse a pensar en qué era realmente la verdadera educación. Vinieron muchos conceptos a mi mente, recuerdos, lecturas, conversaciones, sensaciones, emociones, buenos y malos momentos; en fin, muchos conceptos que exponerlos en esta hoja sería muy extenso.

Y por supuesto, pensé inmediatamente en nuestro nivel educacional, el de los párvulos. 

El Ministerio de Educación, define la educación parvularia como “el primer nivel del sistema educacional que, junto con la familia, estimula en el niño y niña menor de 6 años, su desarrollo pleno y armónico. Además, la educación parvularia le entrega a niños y niñas herramientas para las etapas posteriores de su vida escolar”. Y en este frío mundo de los conceptos –necesario, de manera lógica- no resalta todo el trabajo que involucra los sentimientos, la dedicación, el cariño, la pasión (aunque suene exagerado, es así) y la vocación verdadera que hacemos día a día quienes somos responsables de la formación de estas personas que forjarán y serán quienes desarrollarán de alguna manera el mundo que se está construyendo.

Y no es casual que se haga hincapié en este tema por estos días, cuando este 22 de noviembre se conmemore, desde hace dos décadas ya, un día más de la educadora y el educador de párvulos, porque éste ha sido un año complicado para este sector educativo, donde se ha cuestionado y generalizado el trabajo que se hace en jardines infantiles, colegios y salas cuna de todo nuestro país, por accidentes que han sufrido algunas de nuestras colegas. Pero no por eso debemos dejar de reconocer toda la labor que se hace periódicamente, de manera profesional, en una etapa donde se definen gran parte de la personalidad, la socialización, la fortaleza, el aceptarse, los sentimientos y la consecuente formación integral de la persona, por lo que es justicia, reconocer y reiterar los atributos que esta profesión presenta día a día y que se ve reflejado en la gran cantidad de jóvenes que se acercan a centros de estudios para formar parte de este mundo, y más aún en las caras de las niñas y los niños, quienes indiferentes a lo que pasa a su alrededor, juegan y comparten con sus amigos en la etapa más trascendental e importante de sus vidas. Eso es sinónimo de una verdadera educación.

¡Feliz Día de la Educación Parvularia!